lunes, 2 de enero de 2012

Microrrelato



Éra una noche tenebrosa, muy oscura... y la niebla comenzaba a acercarse, mientras yo me encontraba solo, en medio de la nada. A lo lejos puedo ver una luz, pero no logro distinguir de donde procede, cada vez está más cerca, mi corazón empieza a latir con más fuerza, a la vez que la luz se acerca noto un traqueteo, pero cuando la luz está apenas a diez metros de mí, se desvanece... No sabía que estaba pasando, aún así continué mi marcha por aquella solitaria carretera.

Casi desvanecido del cansancio, la niebla era muy densa y no podía ver nada. De pronto se le acabaron las pilas a la linterna. Me quedé inmóvil sin saber que hacer, pero otra vez comencé a ver a aquella luz, junto con el correspondiente traqueteo, pero esta vez no se desvaneció y se paró justo delante de mí. La luz me dijo: -Sigue la carretera, no te rindas, ya estás cerca... -. Y se fue sin decir nada más. Intenté como pude seguir la carretera en medio de aquella espesa niebla, hasta que dí un paso en falso y comencé a caer, sin saberlo estaba cruzando un puente cortado, pero me di cuenta que no podía hacer nada y solo me aguardaban unos segundos de vida hasta que me estrellase con el suelo, mientras caía pensaba todo tipo de cosas, el tiempo parecía como si pasase a cámara lenta. Me estampé con el suelo y todo se acabó, pero cuando me estrellé desperté en una sala. Un hombre con una bata blanca me dijo que había superado la prueba; resultó que era una avanzada sala de simulación en tres dimensiones.

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